Articulo publicado en el periódico impreso Común Acuerdo
Las primeras construcciones del barrio Caribe se remontan a los años 30, donde predominaban extensos lotes con vegetación y apenas algunas familias habitaban el lugar. Por décadas ha sido el hogar de familias que vienen desde otras regiones del país con pocos recursos y oportunidades. Hoy la extensión del comercio e industrialización ha generado pérdida de memoria e identidad por parte de sus habitantes y ajenos.
Recuerdo que cuando era niño mi padre y mis tíos nos mandaban a mis primos y a mí a Caribe a llevar los carros para que fueran reparados. –Mijo, vaya a Caribe donde Higuita y me hace arreglar el carro-, decían. Luego íbamos juntos y almorzábamos en los restaurantes de la zona, donde servían bandejas “gigantescas” que devorábamos como buenos comensales mientras esperábamos. Esto era para mí el barrio Caribe.
Los tiempos cambian y con ellos los territorios, las historias y las experiencias. Con el paso de los años el comercio formal e informal ha florecido en esta zona de la ciudad, convirtiéndose en una fuente de abastecimiento de recursos para vivir y sobrevivir.
En el documental llamado Caribe: un barrio que transita, producido por el Centro de Producción Audiovisual CPA Castilla, Rocío Villa expresa que “Cuando yo llegué aquí aran muy pocas las casitas que habían. Yo recuerdo que el lote de mi casa costó dos centavos. Esto todo era pura laguna, matas de mango, naranjos. Por la parte de abajo, cuando llovía mucho todo se inundaba junto con el río”. (Ver documental completo en Youtube)
Alonso Bustamante vive hace más de 20 años en Caribe y cuenta que “¡A mí me encanta Caribe! Aquí crié a mi hijo y he sacado a toda mi familia adelante con mi negocio. No lo cambiaría por ningún otro barrio. Por ahí dicen que van a venir cosas para el sector pero no quiero que se hagan cambios porque aquí estamos bien todos los vecinos, nos conocemos y nos llevamos bien y vivimos en armonía”.
Según el Plan de Desarrollo Local de la comuna 5 de septiembre de 2015 una de las grandes problemáticas del barrio es la contaminación por emanación de gas vehicular al estar en medio de dos vías arterias como la autopista norte y la carrera 65, además del alto índice de residuos sólidos generados por la mala disposición de los talleres del sector.
Élmer Muñoz Bedoya por su parte expresa que “Vivo aquí hace 30 años. Trabajo en las confecciones y tengo mi taller en el barrio. Soy director del grupo juvenil Huellas K-ribe conformado hace dos años, el cual creamos con la idea de compartir con los amigos y generar espacios donde los chicos se piensen el territorio y que sean estos jóvenes quienes se empoderen del proceso”.
Recuerdo las cuadras con diferentes familias habitándolas, donde compartíamos y “armábamos” partidos de fútbol. Ahora, el número de personas se ha reducido y las industrias, medianas o pequeñas, se han tomado los espacios, pues según algunos es más rentable alquilar las casas a las empresas y pagar arriendo en otros lugares de la ciudad. No obstante, algunas veces quienes se han ido regresan a visitar su antiguo barrio, recorren sus calles y saludan a los vecinos; van al bar Los Pamperos o se reúnen en el billar Punto Cero para jugar “un chico” como en los viejos tiempos.
Así es Caribe, un barrio de contrastes e historias que aún me cautiva y hace recordar los años de mi infancia. Que combina lo industrial y la memoria de sus residentes que por medio de convites y diversas acciones comunales vio forjar las casas e historias de habitantes que aún viven allí o de momento pasan a recordar.
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