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MANEN, Max Van
FENOMENOLOGÍA DE LA PRÁCTICA. Métodos de donación de sentido en la investigación y escritura fenomenológica.
Editorial: Universidad del Cauca. 2016. Popayán.
Redacción por Alexander Luna Nieto,
La fenomenología de la práctica se constituye en una nueva forma de volver la mirada al conjunto de lo que se ha denominado tradicionalmente como las Ciencias Humanas y Sociales. Pareciera que la condición humana es, parafraseando a Heidegger, aquello que ha caído en el olvido.
Por lo que, la fenomenología de la práctica deviene en “una invitación a la apertura; una invitación a abrirse a las fenomenologías del sentido vivido, del sentido y de las fuentes originarias del sentido.” (Manen, 2016, pág. 17).
Deviene, por tanto, la fenomenología en una herramienta o camino fundamental para las ciencias humanas y sociales en el necesario ejercicio de la comprensión de lo humano. Quizá, y entre otros aspectos, precisamente por su tendencia constante, casi obsesiva en la búsqueda del sentido.
Búsqueda que, paradójicamente, en el ejercicio cotidiano de la docencia e investigación en estas “ciencias”, se percibe venida a menos, como desvanecida en el complejo y abundante discurso, desvanecida en el nombrar, desvanecida, tanto en el decir, como en lo dicho, pero sobre todo, desvanecida en esta humana necesidad de representación que la fenomenología de la practica consigue redimir.
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Resulta necesario aclarar por qué fenomenología y para qué la fenomenología de la práctica y no otro métodos o formas de producir filosofía, y con ello, pensamiento. Con el autor decimos que ella permite: “crear una apertura y aceptación que permita entender que la fenomenología es un método de métodos: incluso distinciones filosóficas contradictorias y controvertidas pueden contribuir a nuestra comprensión y a la intención general de la fenomenología como una rica, siempre creativa, a menudo irresistible y poderosa forma de investigación y pensamiento acerca del sentido vivido de los fenómenos y sucesos de la existencia humana.” (Manen, 2016, pág. 83).
Claridad esta que nos arroja lejos de las mediaciones conceptuales propias de la tradición filosófica occidental, que, en el decir de Husserl y parafraseando a Levinas, por lo general, pretenden enmarcar al otro en nuestros propios cuadros de contenido pensado. Ello, en la aparente tendencia constante del pensamiento occidental a la universalidad.
La fenomenología, en cambio, invita, casi de manera provocadora a la recuperación de las experiencias vividas, y con ellas, a volver la mirada a aspectos específicos o fenómenos propios de la condición humana que han caído en el olvido. Como, por ejemplo, nuestro actual interés por acudir a aquellos fenómenos que, por aparecer ante la mirada como tan propios de nuestra humanidad simplemente no son considerados en la reflexión filosófica tradicional.
Fenómenos como el sufrimiento, abordado, en parte, por la fenomenología literaria del gran Maurice Blanchot quien nos remite al problema del lenguaje porque resulta necesario pensar: “cómo las palabras pueden volverse imágenes tal y como si fueran objetos artísticos que carecen de claridad semántica pero nos otorgan intuiciones fundamentales sobre la naturaleza de lo real, la vida y el misterio del significado” (Manen, 2016, pág. 159).
En este orden de ideas, se hace patente ante nuestra mirada, casi perpleja, la importancia de la reconstrucción de experiencias vividas, por ejemplo, en el marco del sufrimiento como fenómeno humano susceptible de ser comprendido en tanto lenguaje y narración como posibilidad de aproximarnos a dar cuenta, en este caso del sufrimiento. Lenguaje y narración que permite que, mediante los diversos usos del lenguaje, la memoria se vuelva testimonio.
Testimonio que en el caso de estar escrito se torna, además en huella documental que, desde las personas que han sido víctimas deviene en fuente primaria que permite comprender lo sucedido en el marco del conflicto armado. Todo ello frente al interés fenomenológico por la apremiante necesidad de la recuperación de las experiencias vividas.
La mirada perpleja a la que se hace referencia, ahora está dada en que, al observar el sufrimiento como fenómeno nos encontramos, además con el lenguaje que nos remite a la sublime capacidad humana de dar vida y también de quitarla.
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Capacidad que se muestra a nosotros, entre otros aspectos mediante el lenguaje humano porque “tiene el poder de tomar contacto con las cosas, aunque ese contacto es tan inmediato y fatal que, en su fusión quema lo que ilumina” (Manen, 2016, pág. 159).
Lenguaje que desde las tradiciones originarias de los griegos, adquieren formas míticas. Entre ellas se destaca el mito de Orfeo y Eurídice quienes no permiten que ni los dioses determinen el rumbo de sus vidas.
Mitos como el de Orfeo y Eurídice evidencian, en el carácter metafórico del lenguaje, modos otros de aproximarnos a lo humano, mediante el arte porque “cuando Orfeo desciende hacia Eurídice el arte es el poder mediante el cual la noche se abre”. (Manen, 2016, pág. 160).
Ello, mediante la percepción sensible como modo de comprensión de lo humano en el fenómeno del sufrimiento; en la dificultad e imposibilidad de dar cuenta, de modo suficiente de lo humano la fenomenología brinda herramientas que transitan por el lenguaje, el arte y la percepción sensible, presentes, en parte en el ejercicio de la escritura, en la que nos vemos obligados a dar cuenta de aspectos que cotidianamente escapan a nuestra mirada.
Al respecto el autor afirma que: “Blanchot sugiere que la búsqueda de la verdad filosófico – literaria no se puede cumplir – aunque debe intentarse a través del trabajo de la escritura” (Manen, 2016, pág. 161). Podría afirmarse que la fenomenología nos arroja a, mediante el ejercicio de la escritura a una especie de vocación o llamada a la que, aunque no estemos suficientemente preparados, pero a la que debemos acudir.
Al respecto el autor afirma: “Blanchot ve inspiración como algún tipo de compulsión bendita, un don y un sacrificio que tiene que aceptarse antes que rehusarse” (Manen, 2016, pág. 162).
Se advierte aquí acerca del carácter político de la escritura y, con ella, de la investigación en ciencias humanas y sociales, como búsqueda se sentido, es decir, con una mirada a profundidad que, en la escritura busca su pretexto y manifestación concreta y plausible.
Por lo que, en el contexto se dice que: “el problema del escritor es que la mirada de Orfeo destruye inconscientemente lo que trata de “rescatar”” (Manen, 2016, pág. 163).
Esto tiene que ver con la constante necesidad, patente de nuestras ciencias humanas y sociales, de estarlo representando todo en el deseo de explicar o dar cuenta de los fenómeno humanos a los que autores clásicos como los filósofos Nietzsche y Marx denominaron, aunque, en orillas o lugares de enunciación diversos, como fetichización.
El otro puede, en diversas ocasiones, convertirse en nuestro fetiche, mediante nuestro trabajo en las ciencias humanas y sociales podemos convertir al otro en nuestro propio fetiche. En la pretensión de estarlo representarlo en lenguajes academicistas.
Casi que hay un carácter terrible en la pretensión de comprender fenómenos humanos tan complejos como el sufrimiento: “el espacio del texto testificamos el nacimiento del sentido y la muerte del sentido o quizá el sentido original se vuelve indistinguible de la realidad” (Manen, 2016, pág. 164).
Notas:
Alexander Luna Nieto. Licenciado en Filosofía: Universidad del Valle. Candidato a Magister en Ciencias Humanas y Sociales: Universidad del Cauca. Docente Programa Académico de Trabajo Social: Fundación Universitaria de Popayán. Director del Grupo de Investigación PRE-TEXTOS del Programa Académico de Trabajo Social. Contactos: alexlunanieto@gmail.com - alexander.luna@docente.fup.edu.co - 3218519915
Muchas gracias por compartir. Saludos desde el Cauca
ResponderEliminarHola! donde puedo conseguir este liibro en PDF?!
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