Entendemos las imágenes como un acto de comunicación entre la idea y la realidad; y aun así consideramos que estas imágenes (Ficción) toman el lugar de ésta. Las imágenes son reales, hacen parte de lo que llamamos el mundo de la vida, de eso que nombramos cuando usamos el concepto de “realidad”. En Prénom Carmen esa realidad es subjetivada, como valor absoluto de la sociedad contemporánea post-mayo de 1968.
Las imágenes toman el valor de realidad, son re-cargadas con los valores reales del entorno del director, su lectura es de una sociedad que está chiflada, donde todos están locos, incluso el escritor, el cineasta, el músico, el artista. No dudamos de la ficción, incluso Godard no cuestiona el carácter real de la ficción; por el contrario lo reafirma. Puesto que el carácter ficción de la realidad es el valor subjetivo que la sociedad impone al cine. Cuando retoma la misma esencia de la realidad, construye ideas-imágenes que se implantan como formas absolutas en la misma instancia de la realidad.
Esta obra maestra, comienza con las inquietudes que el director tiene en su vida de cineasta; el mar, el vacío, el desamor, lo abstracto, el dolor, el asco, la existencia. Esto se evidencia en cada una de sus películas. Godard no lo niega ya que para él el cine es un mundo, una realidad, el cine es su vida. Así nos ofrece una primera imagen de una ciudad en movimiento, en constante ritmo de su flujo vehicular, todo funciona, todo está bien. El mundo no ha cambiado, aun respira, aun se mueve, no sabemos que les pasa. Sencillamente el mundo funciona sin uno de nosotros.
Por Andrés Úsuga
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